jueves, 3 de julio de 2014

Mi tierra

Yo soy originaria de la Ciudad de México, aunque hace 24 años me mude al norte del país. Voy esporádicamente a mi tierra, la cual al principio extrañaba mucho. En especial echaba mucho de menos la comida y a mi prima con la que crecí. Con el paso del tiempo me adapte al norte, pero en mi última visita al D.F. me atacó la nostalgia y unos deseos inmensos de quedarme ahí. Dicen que la tierra llama y la mía me reclama a gritos. Extraño cada pedazo del D.F. la gente, la comida, el clima, pero en especial a mi familia. Creo que lo único bueno de vivir tan lejos, es que cuando voy nos vemos con tanto cariño y amor. Eso es lo que más me gusta, que a pesar del tiempo y la distancia, el lazo afectivo continua tan fuerte.

Esta última vez fue muy especial, porque mi esposo me acompaño, y tuvo la oportunidad de conocer más a mi familia. Los cuales lo trataron genial, algo que me hizo inmensamente feliz.

Aunque el viaje se hizo en especial para celebrar el 90 aniversario de mi abuelito, también pudimos darnos una vuelta por algunas partes del D.F. Visitamos Cuicuilco, que yo no conocía y para mi es algo tan especial que en medio de la gran urbe todavía haya pequeños rastros de nuestra antigua civilización. Que tengo que confesar que amo la historia pero en especial me apasiona leer sobre las culturas precolombinas. Fue un viaje corto y paseos muy pequeños, porque ir al D.F. requiere de mucho tiempo y cuando tienes una familia tan grande es imposible hacer todo. Una semana que se fue como agua, pero en la que reí, comí y caminé mucho. 

A esperar mi próxima visita...





Ir a Coyoacán y no comer nieve es como no haber ido