jueves, 22 de junio de 2017

Amistad...


A lo largo de la vida la gente va y viene y son contados los que permanecen a nuestro lado. Esas personas son las que valen la pena, que nos quieren a pesar de que seamos difíciles de querer. Que nos aceptan como somos, con todos nuestros defectos y con nuestras pocas virtudes. Esos amigos son los importantes, por los que vale la pena hacer maroma y teatro para escucharlos, ayudarlos cuando nos necesiten. 

Cuando un amigo se aleja, lo dejo irse, no lo retengo, ¿para qué? Si regresa será bienvenido pero la amistad no será igual, porque se perdió la confianza y el hilo. Se le estima, si, mucho, pero las cosas no vuelven a ser iguales. Porque esa persona se quedo en el pasado y hay que retomar todo donde se le puso pausa. 

Por eso soy feliz con tener como 3 amigas, pero que han estado a mi lado sin importar si soy la peor persona sobre la tierra. Que me han ayudado en los momentos más complicados y que sin importar mi forma de ser me quieren y no tratan de cambiarme y si no lo logran se alejan. Esas contadas amigas son a las que quiero y les digo: Gracias por haber permanecido. 

martes, 20 de junio de 2017

No compres problemas ajenos

Cuando queremos mucho a alguien es normal que todo lo que le pase nos interese y preocupe. Pero si está persona (sea un familiar, pareja o amigo) tiene un conflicto con otras personas tenemos que ser maduros para separar el cariño y no cargar con problemas ajenos que a la larga solos nos traerán enemistades gratis. 

A veces el cariño nos ciega y creemos que todo problema que tengan nuestros seres queridos es también nuestro. Si por alguna razón tienen conflictos de cualquier tipo, hay que ayudar pero no comprarnos el problema completo. Al hacerlo nos ganamos conflictos gratis y enemigos. 

El apoyo no significa que perdamos la visión. Debemos ser más maduros y saber separar las situaciones. No nos tomemos tan personal las cosas, cada quien que cargue con sus asuntos propios. 

Cuando nos tomamos a manera personal todo y lo ajeno estamos perdidos. Suena sencillo decir que no debemos meternos, porque cuando un ser querido atraviesa una situación difícil quisiéramos partirnos en dos y resolver el problema. Pero podemos escuchar, apoyar pero mantenernos al margen y no hacernos responsables de solucionar el conflicto. 

A veces es tanto el cariño que hasta cosas tan insignificantes que si las vemos claramente son irrelevantes, las hacemos más grandes de lo que son y luego andamos metidos en problemas que no nos atañen, pero que por querer ser empáticos y buenos con nuestro ser querido terminamos envueltos. 

Hay que ser maduros, a veces fríos y decir: No es mi problema, no debe meterme.