domingo, 8 de octubre de 2017

Vecinos

"Una buena cerca hace buenos vecinos"...

De eso no cabe duda, y es que nunca sabes quien vive al lado de tu casa... "Caras vemos, corazones no sabemos". A lo largo de mi vida, he ocupado 4 casas en ciudades y colonias distintas.

Mi primer y segunda casa estuvieron en la misma colonia en la ciudad de México. La colonia Educación, que es una zona de clase alta y media. Lo que recuerdo de esos casi 12 años que pasé ahí, es gente cordial. Nadie molestaba a nadie o andaba de chismoso. Cada quien en su vida y asuntos. No había vecinos molestos que pusieran su música a todo volumen o que hicieran fiesta a cada raro. La paz de la zona acabo a principios de los 90´s con los robos y asaltos que hicieron que muchas personas nos mudáramos a otra parte del país.

Era una zona muy limpia y bonita y tuve vecinos importantes, como Miguel España (futbolista) y Chico Ché. Este último a pesar de ser muy famoso, era súper sencillo. Los niños le gritábamos de lejos y él solo nos sonreía y respondía el saludo. Eran tan común topártelo en el mercado (establecido, porque había uno genial sobre ruedas) comiendo quesadillas o montado en su bici en las calles de la colonia.

Además de ellos, también tuve de vecina a la abuelita postiza (su hijo se había casado en 2as nupcias con la mamá del futbolista) del piojo Herrera, una dulce viejita que yo quería como si fuera mi abuelita de verdad, siempre que iba al mercado pasaba por mi casa y nosotros bajamos a saludarla muy contentos. Recuerdo haber entrado a su casa unas cuantas veces, y lo que siempre me llamó la atención fue la mega foto del piojo con su uniforme del atlante a la entrada de la casa. También entre mis vecinos estaba una media hermana de Paco Stanley, pero como ella era de la primer familia, su relación con el comediante no era nada buena. Aún así, la señora era muy agradable y algunas veces nos invitó a comer.

Yo siempre decía que cuando fuera adulto iba a regresárme a la ciudad de México y comprarme una casa en esa colonia. Pero la vida nos llevo por otros caminos. Lo mejor de todo era que mi kinder y primaria estaban súper cerca. Los miércoles eran la onda porque se ponía un mercado sobre ruedas que tenía puestos de todo tipo. Mis favoritos eran: la señora que vendía moños para el cabello, la señora que vendía productos importados, siempre le compraba calcomanías, libretas o cualquier cosa de ese tipo que hasta la fecha me siguen gustando (me sigo gastando dinero en esas cosas cada que me topo plumas de colores o diseños raros), el señor que vendía galletas mac ma a granel y dulces, pero la favorita y donde se iba mi dinero era con la señora que vendía ropa de Barbie. Cada miércoles mi papá nos dejaba dinero para gastar y los ahorrábamos porque nos perdíamos en los puestos.

Cuando me vine a vivir al norte, llegué a una colonia muy similar. Pero a pesar de ser un lugar más pequeño y donde uno podría pensar que la gente es más amable, no conocí en los 22 años que viví en la misma casa, más que a mis vecinos de los lados. La pareja que vivía al lado izquierdo, eran unos viejitos cascarrabias. En el otro extremo era un señor que vivía con sus dos hijas, las cuales durante un tiempo fueron amigas de una de mis hermanas, hasta que quien sabe porque se pelearon. Años después llegó una familia también defeña, que tenia 3 hijos. A ellos solo los conozco de hola y adiós, pero se ven buenas personas. A un lado de los viejitos cascarrabias vive la vecina que desde que llegué a ahí, no dejo de visitarnos a toda hora. Ha estado en los buenos y malos momentos de mi familia y ya la incluimos en todo, cabe señalar que es paisana mía. Hasta hace poco me quedaba pensando porque nuestros vecinos no nos hablaban, si mi abuelito era súper agradable y era oriudo de la ciudad. Pero el haber vivido en el D.F. tantos años hizo que cargara la penitencia del rechazo. Es verdad, aún hay mucha gente que nos rechaza por ser de allá. La verdad me choca como la gente generaliza. 

Al casarme, luego de buscar y buscar algo que se adaptara a nuestras necesidades y presupuesto, escogimos una casa al poniente de la ciudad. Una zona que en verdad no me gusta, pero de la cual ya me adapté. Es una colonia cerrada y uno pensaría que la gente aquí sería más educada y que decepción. Entre las vecinas chismosas, el señor que pone su música a todo volumen, el administrador que roba, el que se mete en sentido contrario y a toda velocidad, me estoy volviendo loca. En verdad me han hecho pensar en vender y huir de ellos. Siempre dicen que a donde vayas tendrás gente molesta, pero es la primera vez pareciera que me encuentro en el buque de la Tempestad de Shakespeare... El infierno está vacío y todos los demonios están aquí...

Puede sonar exagerado pero cuando no puedes tener 5 minutos de paz o sin que la gente se meta en tu vida, en verdad que compruebas que la gente puede ser muy mala solo por placer. 

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