"El
mejor amigo del hombre es el perro". Esa frase es un hecho. Los perros son
los seres vivos más leales que podemos encontrar. Cuando estamos de buen humor
se los contagiamos y los vemos brincando de gusto. Si andamos de capa caída,
ellos estarán a nuestro lado para consolarnos. Nos acompañan a donde sea, sin
importar si hace frío o calor. Realmente son la mejor compañía.
Desde
hace 8 años, mi vida cambio por completo. Un día mientras caminaba, vi a lo
lejos a una señora que estaba vendiendo perritos. Tenía en su mano a un perrito
pequeño. Sus ojos me hipnotizaron. Me acerqué a preguntar y mientras la señora
intentaba convencerme de que comprara al perrito, mi esposo, en aquel entonces
mi novio, ya tenía acurrada a esa pequeña bolita de pelos. Por mi mente pasaban
mil cosas, más que nada en que a mi mamá le iba a dar un ataque. Pero me
importo poco todo y decidí quedarme con el perrito que era una cruza de french
y maltes y era hembra.
Es
que era tan hermoso y me hizo sentir la necesidad de protegerlo. A lo largo de
estos años se ha convertido en mi fiel compañera. Es como mi hija, a ella le
enseñé donde comer, donde hacer sus necesidades, como caminar con correa, etc.
Y me sorprende cada día, es una criatura que aparte de hermosa y tierna, es muy
obediente e inteligente. Muchas veces no hace las cosas hasta que yo le dé la
orden de hacerlas. Siempre ha dormido a mi lado y me encanta despertarme y
verla con su cabecita bien acomodada en la almohada. Cuando he tenido días
malos ahí está a mi lado con sus enormes ojos viéndome fijamente como
intentando decirme: No importa nada, yo te quiero. Muchas veces cuando lloro,
con su lengua me limpia mis lágrimas. Se emociona como loca cuando sabe que
la voy a sacar a pasear.
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Han
sido 8 años maravillosos a su lado, ya que es súper tierna, muy cariñosa y un
ser que más que mi mascota es como de mi familia. Entre sus mil cosas que me
encantan, me fascina que posa ante la cámara, así que aparte de todas las
virtudes que le encuentro, tengo en ella a mi modelo favorita.
Dentro
de las mil cosas que me ha tocado vivir a su lado, recuerdo el día que con insistencia
la observaba que no quitaba su vista de una caja. Cuando de repente veo que
detrás de esa caja sale un alacrán, si no me hubiera quedado viendo fijamente la
actitud extraña que estaba teniendo mi perrita, ese insecto pudo habernos
lastimado a ambas. Pero como dicen, los perritos son muy perceptivos.
Es
por ello que no me imagino mi vida sin ella. Sé que en algún momento sucederá,
que ella se irá primero, porque así es, la vida de los perros es muy corta
comparada con la nuestra. Pero espero que todavía falten muchos años para eso.
Ya que me quedaría un vacío muy difícil de llenar. Pero cuando eso suceda
quiero hacer algo, no sé, enterrarla en mi jardín y poner alguna placa o
flores. O si cuento con los medios cremarla y colocar en un dije algunas
cenizas para que siga yendo conmigo. El tema vino a mi mente, ahora que me
encontré que en Francia hay un panteón para perros, es el Cimetiere des
chiens. Se ubica en la isla Ravageurs, en la localidad de Asnnières-sur-Seine, cerca de París.
Durante el siglo XIX fue refugio de piratas, y fue fundado en 1899 por dos amantes de los animales, el abogado Georges Harmois, la periodista Marguerite Durand y el conde Alejandro Dumas, aprovechando una reciente ley del ayuntamiento parisino que prohibía a los dueños de los perros dejar los cadáveres de los mismos en la calle. Muchos parisinos tenían mascota, algunos la enterraban en su jardín, pero la mayoría dejaba el cuerpo en la calle o lo tiraba al río Sena.
Como diseño inicial se proyectaron varias edificaciones, un columbario y un museo de animales domésticos, pero solo pudieron realizarse los jardines y la necrópolis, la cual estaba dividida en cuatro bloques: perros, gatos, pájaros y otros animales. La entrada es un arco estilo art nouveau, obra del arquitecto parisino Eugène Petit
En la actualidad hay inhumados alrededor de 70.000 animales, no todos son perros, también hay gatos, gallinas, monos, un ciervo, dos caballos, un oso y hasta un león, de Marguerite Durand.
Durante mucho tiempo fue el lugar elegido para las personas adineradas de Francia y algunos países de Europa, como la reina Isabel de Rumania que enterró aquí a su perro, para que sus mascotas descansaran eternamente. Hoy en día ha decaído su uso, pero desde 1987 está declarado monumento histórico.
En este camposanto descansan animales famosos y algunos auténticos héroes como Barry, un san bernardo propiedad de unos monjes alpinos que salvó a 41 personas hasta su muerte en 1814 a los 7 años. Esculpido en su tumba, Barry aparece llevando a una niña sobre su lomo, de la misma forma que lo hizo en vida, cuando salvó a la criatura de perecer en una montaña nevada. La inscripción relata su historia…“Salvó la vida de cuarenta personas. Fue muerto por la número cuarenta y uno“.
Entre los animalitos que descansan en este lugar está el famoso Rin Tin Tin. Este pastor alemán fue rescatado por un soldado americano de una perrera bombardeada en Lorraine, Francia, poco antes de que acabara la Primera Guerra Mundial. Se lo llevo hasta los EEUU, y allí seria el protagonista de 26 películas para la Warner Bros. Murió en 1932.
En una de las zonas mas ilustres , se encuentra los restos de Moustache, el perro que acompañó a Napoleón durante algunos batallas. En su tumba esta la siguiente inscripción: “Al gran perro Moustache, héroe de la Armada muerto en España el 11-3-1811“.
El cementerio carece de símbolos religiosos, al parecer esto está prohibido. En muchas tumbas se lee la frase del pensador Pascal: “Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro“.
Recuerdo que hace poco leí un cuento donde un niño le preguntaba al veterinario, porque su perro había vivido tan poco. A lo que este le respondía, que los perros aprenden a amar muy rápido y nos entregan todo su cariño. Además creo y deseo pensar así que nuestras mascotas viven menos que nosotros porque de acuerdo a las tradiciones aztecas y mayas, ellos nos estarán esperando cuando fallezcamos para conducirnos al lugar donde descansaremos.