miércoles, 25 de septiembre de 2013

Saludar e ignorar


Buenos días... buenas tardes... son frases sencillas y que desde pequeños nos enseñan a decir para ser corteses y educados. O eso es lo que yo pensaba. Cada día me topo con menos gente cortés o con menos gente educada. Los saludos no son exclusivos para darse a los conocidos, creo que también deben darse a los desconocidos.

Hace algún tiempo, trabajé en una oficina y mi escritorio estaba a un lado del reloj checador. Así que como me gustaba llegar muy temprano, me tocaba ver y saludar a todos mis compañeros. Me cayeran mal o no les tenía que saludar. Simple regla de cortesía. No tiene nada que ver con la hipocresía (ese tema lo ahondaré en otro blog) que para mi ex jefa era parte de su estrategia laboral (recordando, será un tema que tocaré después).

Cuando salgo a caminar cerca de casa, me molesta ver como las personas con las que me topo desvían la mirada como evitando querer interactuar. No pasa nada si uno dice "Buenos días". Al contrario, es agradable. Pero o la gente de Saltillo le molesta ser cortés o la mayoría son maleducados.

Pero no solo pasa con mis vecinos, pasa en todas partes. Me llama mucho la atención lo que me pasa en el hospital cuando tengo que estar sentada en la sala de espera (lo cual por una situación familiar es muy seguido). Me toca ver y entrar gente varias veces y son contados con los dedos los que se toman la molestia de saludar aunque ni me conozcan. Me he dado cuenta que me saludan menos cuando estoy leyendo, tal vez la gente crea que por tener un libro en mis manos, estoy concentrada en lo mío y entonces no los veo y por eso pasan como si nada.

En verdad que no pasa nada si pronunciamos esas cortas palabras a la gente que no conocemos, al contrario creo que si interactuamos con ese saludo con las personas que nos topamos, nos sentiremos mejor. Vamos a hacerlo un día y veremos qué pasa :)



miércoles, 18 de septiembre de 2013

Usar minifaldas en mi ciudad

Siempre he tenido problemas para usar una minifalda. Cuando era más joven, me daba mucha pena mostrar mis piernas ya que son muy redonditas. Con el paso del tiempo el complejo de mis piernas se me fue quitando y el calor tan fuerte que hace en el verano me provoca ponerme una falda muy corta. 

El problema es cuando en días calurosos tengo que salir a hacer algún pendiente a la calle y visto una minifalda. Ya que la gente de esta ciudad o es demasiado mocha o muy exagerada. Las mujeres grandes voltean a ver y con sus ojos te quieren decir: "ey se te olvidó ponerte una falda". Pero lo peor son las miradas libidinosas de los hombres, sin importar su edad o condición social y menos si están solos o acompañados de otras mujeres. De repente parece que han sido penetrados por un demonio, como en el exorcista y sus cuellos pueden girar a 360 grados, se quedan viendo con cara de "Don Juanes" y como si tuvieran rayos X en sus ojos. Algo bastante incómodo. 

Es molesto intentar estar cómoda y sin calor sin esas miradas tan desagradables. 

En cambio si uno va a otra ciudad, en especial fuera de México, las cosas cambian mucho. En primera por la cultura y en segundo porque todas las mujeres traen minifaldas o short muy diminutos. 

Hace unos meses, estuve 3 semanas en Kissimmee, Fl. y fui muy feliz al poder traer todo el tiempo shorts, minifaldas y vestidos muy cortos para poder ir a pasear o a algún centro comercial. La gente no volteaba verme con desaprobación o con rayos X. Al contrario, me sentía demasiado cómoda. 

Es difícil cambiar la mentalidad de las personas que han crecido en una ciudad que hace 20 años era más pequeña y aburrida. Una ciudad en la que no pasaba nada y cuando se tenía que conseguir algo se tenía que viajar a otros lugares. La gente sigue siendo muy tradicionalista y moralista.

Pero como desde hace mucho decidí que haré mis tontos complejos a un lado y aprovecharé que todavía estoy joven, seguiré usando mis minifaldas cuando tenga calor y voltearé a ver feo a esas señoras que me quieren regañar por vestir así y a esos tipos feos que me ven de manera libidinosa, los ignoraré y les regalaré una mirada de desprecio. 



martes, 3 de septiembre de 2013

Cementerio para perros

"El mejor amigo del hombre es el perro". Esa frase es un hecho. Los perros son los seres vivos más leales que podemos encontrar. Cuando estamos de buen humor se los contagiamos y los vemos brincando de gusto. Si andamos de capa caída, ellos estarán a nuestro lado para consolarnos. Nos acompañan a donde sea, sin importar si hace frío o calor. Realmente son la mejor compañía.

Desde hace 8 años, mi vida cambio por completo. Un día mientras caminaba, vi a lo lejos a una señora que estaba vendiendo perritos. Tenía en su mano a un perrito pequeño. Sus ojos me hipnotizaron. Me acerqué a preguntar y mientras la señora intentaba convencerme de que comprara al perrito, mi esposo, en aquel entonces mi novio, ya tenía acurrada a esa pequeña bolita de pelos. Por mi mente pasaban mil cosas, más que nada en que a mi mamá le iba a dar un ataque. Pero me importo poco todo y decidí quedarme con el perrito que era una cruza de french y maltes y era hembra. 

Es que era tan hermoso y me hizo sentir la necesidad de protegerlo. A lo largo de estos años se ha convertido en mi fiel compañera. Es como mi hija, a ella le enseñé donde comer, donde hacer sus necesidades, como caminar con correa, etc. Y me sorprende cada día, es una criatura que aparte de hermosa y tierna, es muy obediente e inteligente. Muchas veces no hace las cosas hasta que yo le dé la orden de hacerlas. Siempre ha dormido a mi lado y me encanta despertarme y verla con su cabecita bien acomodada en la almohada. Cuando he tenido días malos ahí está a mi lado con sus enormes ojos viéndome fijamente como intentando decirme: No importa nada, yo te quiero. Muchas veces cuando lloro, con su lengua me limpia mis lágrimas. Se emociona como loca cuando sabe que la voy a sacar a pasear.


Han sido 8 años maravillosos a su lado, ya que es súper tierna, muy cariñosa y un ser que más que mi mascota es como de mi familia. Entre sus mil cosas que me encantan, me fascina que posa ante la cámara, así que aparte de todas las virtudes que le encuentro, tengo en ella a mi modelo favorita. 

Dentro de las mil cosas que me ha tocado vivir a su lado, recuerdo el día que con insistencia la observaba que no quitaba su vista de una caja. Cuando de repente veo que detrás de esa caja sale un alacrán, si no me hubiera quedado viendo fijamente la actitud extraña que estaba teniendo mi perrita, ese insecto pudo habernos lastimado a ambas. Pero como dicen, los perritos son muy perceptivos. 

Es por ello que no me imagino mi vida sin ella. Sé que en algún momento sucederá, que ella se irá primero, porque así es, la vida de los perros es muy corta comparada con la nuestra. Pero espero que todavía falten muchos años para eso. Ya que me quedaría un vacío muy difícil de llenar. Pero cuando eso suceda quiero hacer algo, no sé, enterrarla en mi jardín y poner alguna placa o flores. O si cuento con los medios cremarla y colocar en un dije algunas cenizas para que siga yendo conmigo. El tema vino a mi mente, ahora que me encontré que en Francia hay un panteón para perros, es el  Cimetiere des chiens. Se ubica en la isla Ravageurs, en la localidad de Asnnières-sur-Seine, cerca de París. 

Durante el siglo XIX fue refugio de piratas, y fue fundado en 1899 por dos amantes de los animales, el abogado Georges Harmois, la periodista Marguerite Durand y el conde Alejandro Dumas, aprovechando una reciente ley del ayuntamiento parisino que prohibía a los dueños de los perros dejar los cadáveres de los mismos en la calle. Muchos parisinos tenían mascota, algunos la enterraban en su jardín, pero la mayoría dejaba el cuerpo en la calle o lo tiraba al río Sena.

Como diseño inicial se proyectaron varias edificaciones, un columbario y un museo de animales domésticos, pero solo pudieron realizarse los jardines y la necrópolis, la cual estaba dividida en cuatro bloques: perros, gatos, pájaros y otros animales. La entrada es un arco estilo art nouveau,  obra del arquitecto parisino Eugène Petit

En la actualidad hay inhumados alrededor de 70.000 animales, no todos son perros, también hay gatos, gallinas, monos, un ciervo, dos caballos, un oso y hasta un león, de Marguerite Durand.

Durante mucho tiempo fue el lugar elegido para las personas adineradas de Francia y algunos países de Europa, como la reina Isabel de Rumania que enterró aquí a su perro, para que sus mascotas descansaran eternamente. Hoy en día ha decaído su uso, pero desde 1987 está declarado monumento histórico.


En este camposanto descansan animales famosos y algunos auténticos héroes como Barry, un san bernardo propiedad de unos monjes alpinos que salvó a 41 personas hasta su muerte en 1814 a los 7 años. Esculpido en su tumba, Barry aparece llevando a una niña sobre su lomo, de la misma forma que lo hizo en vida, cuando salvó a la criatura de perecer en una montaña nevada. La inscripción relata su historia…“Salvó la vida de cuarenta personas. Fue muerto por la número cuarenta y uno“.

Entre los animalitos que descansan en este lugar está el famoso Rin Tin Tin. Este pastor alemán fue rescatado por un soldado americano de una perrera bombardeada en Lorraine, Francia, poco antes de que acabara la Primera Guerra Mundial. Se lo llevo hasta los EEUU, y allí seria el protagonista de 26 películas para la Warner Bros. Murió en 1932.

En  una de las zonas mas ilustres , se encuentra los restos de  Moustache, el perro que acompañó a Napoleón  durante algunos  batallas. En su tumba esta la siguiente inscripción:  “Al gran perro Moustache, héroe de la Armada muerto en España el 11-3-1811“.

El cementerio carece de símbolos religiosos, al parecer esto está prohibido. En muchas tumbas se lee la frase del pensador Pascal: “Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro“.







Recuerdo que hace poco leí un cuento donde un niño le preguntaba al veterinario, porque su perro había vivido tan poco. A lo que este le respondía, que los perros aprenden a amar muy rápido y nos entregan todo su cariño. Además creo y deseo pensar así que nuestras mascotas viven menos que nosotros porque de acuerdo a las tradiciones aztecas y mayas, ellos nos estarán esperando cuando fallezcamos para conducirnos al lugar donde descansaremos.