viernes, 24 de marzo de 2017

El interés tiene pies


Todos tienen ocupaciones, que la escuela, el trabajo, la casa, los hijos, etc. Muchas veces el día no rinde para terminar los pendientes. En un mundo tan ajetreado como el de ahora, la gente que se da un tiempo para respirar y dedicárselo a sus seres queridos es la que cuenta. 

A veces siento que me falta mucho para ser una buena amiga, buena hermana y sobretodo buena hija. En ocasiones me sumerjo tanto en mis asuntos que dejo muchas cosas de lado. Pero siempre me hago un espacio para ver y atender a la gente que me importa, aunque sean 5 minutos. 

Trato de ayudar cuando está dentro de mis posibilidades. Procuro no perder el contacto. Soy una amiga muy insistente, trato de no perderme de vista. Siempre estoy molestando para ir a tomarnos un café o teniendo largas llamadas con mis amigas que están en EUA y largas cadenas de mensajes con mis amigas en el D.F. y con mis primos. Soy muy parlanchina entonces al tener ahora las redes sociales me permite estar cerca de todos los que están fuera de la ciudad donde radico y vaya que se nos generan unas conversaciones interminables.

Muchas veces no podemos estar en el lugar con la persona. Pero cuando alguien nos importa acortaremos la distancia por cualquier medio.  En el 2014 atravesé por el periodo más difícil de mi vida, y ahí comprobé que tengo muy pocos amigos. Que sabiendo lo que me pasaba, dejaron de lado sus cosas para visitarme, acompañarme en esos momentos en lo que me sentía desesperada. Por como se dieron las cosas, la verdad le dije a quienes yo creía podían entender lo que estaba viviendo, pero solo fueron 2 personitas a las que amo que se hicieron presentes para ayudarme a superar el bache. 

En estos momentos, a la edad que tengo cada día resto gente de mi vida y de mi lista de prioridades. Muchos se van por gusto, porque no tenemos ya ninguna afinidad, porque tal vez nunca fuimos amigos o hay algunos a los que uno quiere mucho, pero ellos nunca nos quisieron igual y solo coincidimos en tiempo y espacio.

Ya no voy a desgastarme por esa gente que uno trata de mantener en su lista de amigos, pero que cada que los necesitas desaparecen y que cuando los buscas para salir o platicar, tienen tantas ocupaciones que no pueden hacerte un pequeño espacio en sus apretadas agendas para respirar un rato y hablar de la nada. Ya lo dice la frase, no es falta de tiempo, es falta de interés. 

Quiero enfocarme en la gente de mi alrededor, en mi familia y en los poquísimos amigos que me quedan.  Porque son ellos los importantes. Hoy por esa gente que amo y que está en mi vida porque desea estarlo. 

martes, 14 de marzo de 2017

Conociendo San Francisco, Ca.

Un día de descanso en mi trabajo, allá por el 2009, de la nada puse en el buscador de Google: San Francisco. La razón, solo quería ver fotos de la ciudad. De repente me llamó mucho la atención, la foto de una novia en una escalinata. Esa imagen me llevó a un blog de un fotógrafo social de San Francisco. De repente, todos los días, después de comer, gastaba mi tiempo antes de volver a mi trabajo, viendo las fotos de esta persona. Mi amiga y compañera quedo encantada y había días en que las dos no dejábamos de ver los álbumes. El fotógrafo se llama Chung Li. Nunca imaginé en ese momento lo que me sucedería unos años después...

En el 2012 cuando mi esposo fue asignado a trabajar en San Ramón, Ca. Nos dimos cuenta que esta ciudad quedaba muy cerca de San Francisco. Así que si corría con suerte podría ir a conocer a mi fotógrafo favorito y decirle: Admiro tu trabajo. 


San Francisco, Ca


Durante los 2 meses que estuvimos en California, viajamos a San Francisco algunas veces, ya que solo teníamos libres los fines de semana y en muchas ocasiones mi esposo quería solo estar recostado viendo t.v.  o irnos a pasar un rato a la alberca del hotel. 

Aún así creo que aprovechamos al máximo cada visita a San Francisco. Nos faltaron muchos lugares por conocer, pero yo disfruté de cada viaje. 

Primer visita


Vista de San Francisco desde la autopista

A pesar de estar cansados porque habíamos llegado a penas ayer no importó para aprovechar y conocer esta famosa ciudad. El primer lugar al que fuimos fue la Torre Coit, que es un mirador. Nuestro guía, Juan, nos llevó caminando, porque según él era la única forma de llegar al sitio. Fue muy pesado subir y subir. Los que conocen la ciudad sabrán que son muchas colinas con ascensos y descensos. La verdad, Juan nos engañó, pero a pesar del cansancio, valió la pena porque disfrutamos de bellas vistas. 


Vista de la ciudad desde el camino que lleva a la Torre Coit



Torre Coit


Imagino que las monedas son para pedir un deseo. Alguien lanzó una moneda de 50 centavos mexicanos y no fui yo. 

Vista desde la Torre Coit

Vista de la calle Lombard desde la Torre Coit

De la torre nos fuimos a buscar la famosísima calle Lombard, que es conocida por estar en zig zag. Impresionante la cantidad de gente que había tomando fotos, ya fuera en la parte de abajo o de arriba de la calle. Es gracioso ver como los coches tienen que ir muy despacio para bajar esa peculiar calle. 


Calle Lombard

Calle Lombard

Vista de San Francisco desde la parte de arriba de la calle Lombard

Ya que estábamos visitando lugares icónicos de la ciudad, teníamos que ir a al más famoso. Al Golden gate...pero para nuestra mala suerte la neblina no nos permitió verlo.


La densa neblina cubriendo el Golden Gate

Lo único que la neblina nos dejó ver 


Golden gate y la neblina 


Tristes por no haber podido admirar el famoso puente, terminamos sin darnos cuenta en un lugar llamado el Presidio, en donde caminamos un rato pero el frío nos hizo detenernos en un starbucks que se encontraba en el lugar. La primer visita fue muy provechosa. 



Segunda visita


Fue un domingo que muy temprano recibimos la visita de un ex compañero de trabajo de mi esposo, un estadounidense que radicaba en San José, la cual quedaba a una hora de donde estábamos nosotros. El plan de ese día era recorrer la bahía de San Francisco.

Un pequeño sonriendo para mi. Viendo como se fabrica el chocolate

Nos fuimos en auto y lo estacionamos cerca de Ghirardelli, una fábrica de chocolates. Es el paraíso para todo aquel al que le guste este manjar. Al entrar te obsequian un chocolate para que te enamores y compres, buena táctica, jajajaja porque en nosotros les funcionó. Afortunadamente es fácil conseguir en México esta marca. 

En el área de cafetería puedes observar como es el proceso de elaboración de la marca. Mientras tomas un café o cualquier postre. 


San Francisco

De ahí anduvimos sin rumbo fijo caminando por la bahía viendo a los lobos marinos recostarse a tomar el sol. Ver a lo lejos la famosa cárcel de Alcatraz. 


Alcatraz




Cansados de caminar nos dirigimos al Fisherman´s wharf, que sería algo así como el muelle de pescadores, famoso en la ciudad porque ahí puedes comer mariscos frescos.  Mi esposo y yo disfrutamos una sopa de almejas, la cual se sirve en un pan. Intentamos comer escuchando a músicos locales que interpretaron temas de reggae. Digo intentamos porque hay que espantar a las gaviotas que acechan  en el lugar esperando comida.




La deliciosa sopa de almeja y el pan no se queda atrás



De ahí continuamos caminando por la bahía, entrando a los negocios de souvenirs. Yo me perdí un rato en la tienda para zurdos. Porque a parte de ser zurda, me entretiene ver cuantos objetos hay ahora para facilitarnos el mundo. Un diestro no puede entender lo complicado que son algunas tareas para nosotros. El sacar punta a un lápiz o recortar se vuelven un drama cuando se es zurdo y se tiene que usar una mano en la que no tenemos nada de fuerza. 



Ese día terminamos sentados en la plaza de San Ramón descansando y con un delicioso helado. 

Tercera visita

El Barrio chino. La visita a este lugar fue un viernes, después de que mi esposo y compañeros salieron del trabajo, el plan era ir a cenar. Para esa ocasión nos fuimos en el bart (tren), ya que lo más caro de la ciudad son los estacionamientos. Pero además como turista uno quiere viajar en todos los medios posibles para conocer. De San Ramón manejamos hacía Danville, que es donde está la estación. El Bart si tarda un poco en llegar hasta San Francisco, el tiempo estimado fue como de 2 horas.

Bart



Lo que más me gustó del barrio chino es como la entrada y edificios replican la arquitectura del país oriental. En algunos muros se aprecian dibujos de dragones u otros elementos de esta cultura. La nomenclatura de las calles y los letreros de los negocios están en chino, al igual que la publicidad. Nos instalamos en un restaurante chino y la comida estuvo deliciosa, en especial mi postre, un helado de té verde.

Barrio chino de San Francisco

Barrio Chino de San Francisco

Barrio Chino de San Francisco


Barrio Chino de San Francisco

Yo recorriendo San Francisco


La cuarta visita

Antes de que terminara la temporada regular de béisbol de grandes ligas teníamos que ir al estadio. Ya que en play off iba a ser muy difícil conseguir boletos además de que los precios iban a ser muy elevados. Como los Gigantes iban en muy buen lugar (fueron los campeones de ese año), los únicos boletos que consiguieron mi esposo y sus compañeros de trabajo era para estar de pie. Sí, de pie, así como lo leen. Vaya, nunca antes había ido a un estadio de Grandes ligas y no tenía idea de que eso fuera válido, ya que en mi país no te venden en ningún estadio un boleto para estar de pie, pero bueno, estamos hablando del mejor béisbol del mundo y que cualquier fanático quiere presenciar. Cuando mi esposo me marcó y me dijo: Solo conseguimos boletos para estar de pie. Aún así quieres ir. Mi respuesta fue inmediata y clara: ¡SI! 

Un día antes de ir al estadio, me tuve que ir a comprar un chaquetín, bufanda y guantes. Porque mi esposo y yo viajamos con lo estrictamente necesario para poder comprárnos cosas allá y a parte, aunque nunca había visitado el estadio de los Gigantes, si había escuchado que como estaba pegado a la bahía, el aire que soplaba era muy frío. La verdad que con esos tres artículos bastó porque si hace mucho frío. Hay gente que hasta cobijas llevaba.

En la tarde que llegaron del trabajo, yo ya estaba listísima con mi cámara en mano. Nos fuimos en auto, porque en el béisbol no hay reloj y tal vez no alcanzaríamos el Bart. Por lo caro de los estacionamientos, quedamos varias cuadras lejos del campo. Pero a mi eso no me importaba, yo iba emocionada. Un sueño de toda mi vida, iba a hacerse realidad. 



El juego ya empezó
Me sentía como niña, estaba con la sonrisa de oreja a oreja y mi esposo no dejaba de tomarme fotos. El sabía cuanto me gusta el béisbol y lo que significaba estar en un estadio de Ligas Mayores. Mi equipo favorito son los Bravos de Atlanta, pero no importaba que fueran los Gigantes a quien estaba a punto de ver jugar. Llegamos a la zona donde nos tocó estar parados y bueno, la verdad aunque se veía excelente, nos pusimos a recorrer el estadio.



A ver el juego de pie

Nos fuimos atrás de la pizarra y pantalla grande, que es donde se encuentran varios restaurantes. Luego de que mi esposo comió, nos fuimos a la parte del estadio que se comunica con la bahía, esa zona que muchas veces había visto por tele y que me parecía gracioso ver a los botecitos que se van a buscar las pelotas que los jugadores batean de "home run" y se van al agua. 


La bahía de San Francisco en el estadios AT&T

Pelotas al agua

Luego, nos fuimos a la parte central del estadio para que yo tomara fotos con otro ángulo, mientras seguía observando a los fanáticos. La verdad fue genial estar ahí, ver un rato el juego y ponerme a tomar fotos de todo y nada. Un recuerdo de un sueño que se cumplió gracias a mi esposo.


Tim Lincecum lanzó esa noche

Gigantes contra Rockies


Quinta

Al inicio les comenté que muchos años atrás me había vuelto fan de un fotógrafo. Bueno, aprovechando que estaba cerca lo contacté. No esperaba que el me respondiera y mucho menos que me dijera: Te espero el día que quieras. Wow no podía creerlo. Mi esposo y él arreglaron la reunión. El sábado que fuimos a conocerlo, nos levantamos muy temprano, mi esposo con su GPS en la mano y yo con mi cámara. 


Sur de San Francisco


Zona del estudio de Chung Li

El estudio de Chung Li, se encontraba lejos, cerca del aeropuerto. En una zona muy elegante. Llegamos al edificio y nos recibió un joven muy bajito y muy sonriente. Luego de tomarnos la foto del recuerdo en su estudio y platicar un rato de mi gusto y admiración por su trabajo, nos invitó a comer a un restaurante japones, de esos donde tienes que sentarte en el piso y quitarte los zapatos. Fue una experiencia increíble y un sueño más que se logró gracias a mi esposo. 


El fotógrafo Chung Li

De no haber sido por su asignación de trabajo y que él hizo todo lo posible para que la empresa accediera a pagar mi viaje para estar con él. Aún recuerdo que le dije, no tienes que ser tan insistente con que la compañía pague por mi. Él me respondió de la forma más romántica y tierna: Ya les dije que yo no voy, si mi esposa no va conmigo, les dije que te necesito a mi lado. Agradezco lo necio que fue para que yo estuviera a su lado, porque me cumplió dos sueños, bueno tres, conocer San Francisco, ir a un juego de Grandes ligas y conocer a mi fotógrafo favorito. Lo mejor de haber cumplido esos sueños, fue haberlos vivido a su lado, lo que los hace hoy más especiales. Dicen que todo pasa en el momento perfecto y ya lo creo. Tenia que hacerlos realidad por y con él para que hoy cada que recuerde esas visita se dibuje en mi rostro una sonrisa. 





sábado, 11 de marzo de 2017

Mi estancia en San Ramón, California

Señalética que encontré en Iron Horse Trail
San Ramón, es una ciudad que pertenece al condado de Contra Costa, en el estado de California, en los Estados Unidos. San Ramón es un suburbio de San Francisco y Oakland. Se encuentra a 40 minutos de estás dos ciudades.

En San Ramón están las oficinas principales de lo que antes fue la Pacif Bell, hoy conocida como AT&T y las oficinas corporativas de Chevron. Es gracias a esta última empresa que la ciudad ha crecido en su desarrollo urbano. 
La ciudad colinda con Danville y Dublín. San Ramón es un valle, rodeado de bellas colinas. 




En el 2012 mi esposo (qepd) trabajaba para una empresa de desarrollo de software ubicada en Monterrey, NL. Fue asignado a un proyecto que la empresa tenía con Chevron. Fue así como el 2 de Septiembre de 2012 llegamos a San Ramón, Ca. 

Panorámica de la ciudad

Teníamos 10 meses de casados. Iba a ser nuestro primer viaje como marido y mujer y la oportunidad de estar solos. Mi esposo que se pasaba de bueno, había dejado que un año antes de casarnos, su primo viviera con él porque no era de la ciudad donde vivimos y se había mudado por razones laborales. (Esa historia la contaré a parte porque es larga). 

En el aeropuerto de San Francisco, nos esperaba su compañero de trabajo y proyecto Juan, quien semanas antes había viajado a la ciudad para comenzar el proyecto. Yo iba como siempre, con mi cámara en mano, tomando fotos de todo lo que encontraba a mi paso. 

Nos instalamos en un hotel de permanencia larga que me encanto. Esos mini cuartos adaptados con todo lo necesario para pasar ahí meses me parecen geniales. Todo el espacio muy bien aprovechado y los muebles bien diseñados para transformarse. Lo mejor del hotel era que quedaba muy cerca, por no decir que casi pegado a las oficinas de Chevron donde mi esposo estaría trabajando. Bueno, San Ramón no es grande, en un día o casi en 4 horas puedes conocerla. No hay mucho que ver, solo hay oficinas de grandes empresas, colonias de clase alta y media-alta, algunos comercios entre verdes colinas. Solo me tocó ver 2 plazas comerciales, la que teníamos enfrente del hotel que era pequeña y la grande que contaba con un Target como tienda ancla. 

Mi vista de todos los días al salir del hotel

Nuestros días comenzaban muy temprano. Desayunábamos juntos en la cafetería del hotel. Mi esposo se iba a trabajar y yo me iba a caminar y caminar. Me gusta mucho, a parte así iba conociendo la ciudad. En San Ramón cuentan con un camino llamado Iron Horse Trail, este sendero cruza por las ciudades de Pleasanton, Dublín, San Ramón, Danville, Álamo, Walnut Creek, Pleasant Hill y Concord. Cuando se complete, el sendero abarcará desde Livermore, en el condado central de Alameda, hasta la bahía de Suisun, en el extremo norte del condado de Contra Costa, a una distancia de 64 kilómetros entre dos condados y nueve comunidades. El sendero también se conecta directamente a las estaciones Dublin / Pleasanton y Pleasant Hill BART. 

En este largo camino la gente sale a caminar, correr, andar en bicicleta, etc. En ella ves personas de todas las edades y hasta oficinistas. Una de las políticas de las empresas de la zona, es que los empleados hagan ejercicio durante su jornada laboral. Esto con el objetivo de evitar el sedentarismo y las enfermedades crónico degenerativas que cada día son más comunes. 

La Iron Horse Trail era mi distracción, caminaba y tomaba fotos, así conocí un poco de San Ramón. Caminaba por horas hasta que el sol o el hambre me hacían volver al hotel. Ví desde ardillas hasta garzas.

Un tramo de la Iron Horse trail

Iron Horse Trail

A veces en lugar de recorrer la vía, me iba a caminar por el parque central que estaba frente a nuestro hotel. En ocasiones me sentaba en el pasto y pensar en la nada. Pero eso sí, no dejaba de tomar fotos. Lo que me gustaba de este parque era la cantidad de campos de béisbol que había, mi papá hubiese sido feliz. 

Yo recorriendo San Ramón

En el parque central había un centro comunitario donde se daba información de las actividades a hacer en la ciudad. Ademas de los campos de béisbol que mencioné, tenía un bello auditorio al aire libre, era una colina muy bonita. La vegetación de la ciudad hace que haya un pasto verde y flores por doquier. Además hay juegos para los niños, un arenero, un parque acuático y un área para los patinadores. Además cuenta con una zona con mesas y asadores. Todo muy limpio y con acceso libre. 

Parque Central


Parque Central

Parque Central

Un punto turístico de la ciudad es la David Glass House, hogar de los pioneros. Para mi mala surte el día que pude ir estaba cerrado y tuve que conformarme con tomar fotos de la fachada.  


David Glass House

David Glass House

De las actividades que me tocó ver durante mi estancia fue el festival de Art in the park, donde varios artistas locales exponían sus obras para que uno pudiera comprar. A parte de escuchar música y probar alguna que otra botana. Esa vez me topé con gente tan sencilla que posaron para mi de una manera tan relajada. 









Otro evento que me tocó fue la Primo´s Run, en la cual se recaudan fondos para la educación. La gente puede elegir entre correr o caminar. Al final se hace un concierto y vendimia en el parque central.




Ambos eventos patrocinados por Chevron.



El hotel me encantaba porque era muy acogedor. Pequeño pero con todo lo necesario para vivir ahí, vaya por eso su nombre. Mi día favorito eran los miércoles en la hora feliz. No solo porque podía probar los vinos locales y la botana o comida que nos daban. Era un momento en el que mi esposo y yo nos sentábamos en el lobby del hotel y tonteábamos y platicábamos de todo y nada. Él me hacía burla porque yo no podía dejar de tomar el vino rosado que nos servían. Yo prácticamente no tomo pero ese vino era delicioso y luego con quesito y una buena compañía no me daba cuenta de que ya iba en mi tercera copa. Son esos detalles los que hacen este lugar muy especial y que nunca voy a olvidar. 

Tenía mucho tiempo libre, en la mañana salía a caminar y regresaba al hotel para arreglarme y comer con mi esposo cuando su trabajo se lo permitía. En las tardes me quedaba un rato viendo la tele, jajajaja me hice fanática de los Impractical Jokers. Mientras editaba mis fotos y me ponía a navegar por internet. Como a las 6 regresaba mi esposo y cenábamos o salíamos a algún restaurante, a veces solos o en bola con sus compañeros de trabajo. No era un grupo grande, eramos 4 normalmente o a veces 6. Gente de diferentes países, ninguno era estadounidense. Gente muy amable y con la que me gustaba convivir, con ellos también nos íbamos a veces a recorrer San Francisco. 


Aquí está el grupo multicultural, falta uno y yo estoy detrás de la cámara

A veces mi monotonía era interrumpida por Guadalupe, la joven que limpiaba la habitación. Con ella platicaba a pesar de que no coincidíamos en nada. Ella es la clásica mexicana que emigró y reniega de sus orígenes. Algo muy lamentable pero que que me tocó ver bastante en este viaje. Yo soy una parlanchina y platicaba con quien se prestara, desde saludar al gerente del supermercado que era de Guanajuato, al ayudante de cocina del restaurante japonés que estaba a un lado del hotel, que también era mexicano. Por hacerles plática  a todos, fue como conocí a casi todo el  personal de limpieza del hotel. El gerente era japonés que hablaba un perfecto español. El me cayó súper bien, porque un día me dijo: Cuando me vine a vivir a está parte del país, me dije, tienes que estudiar español, porque hay muchos latinos. Era un joven súper alivianado. Entre los empleados del hotel se encontraban mexicanos, hondureños y filipinos. A estos últimos siempre los confundíamos en que si eran o no mexicanos, hasta que ellos nos sacaban del error. Con el que tuve una experiencia mala, fue con el chófer y que a la vez era el vigilante del estacionamiento.

Un día Juan nos dice: el que vigila el estacionamiento tiene cara de mexicano, pasé y le dije: buenas noches y no me respondió... 

Luego dijimos: Debe ser filipino, porque el joven que cubre recepción en la noche lo es y el otro día llegamos y le dijimos hola y se nos quedo viendo con ojos de plato hasta que nos dijo de donde era.

Un día tuve una emergencia, mi esposo estaba internado en terapia intensiva y en el hospital no me permitían quedarme, así que no tenía ni 5 minutos de haber llegado al hotel cuando mi marido me marcó para preguntarme si me había llevado su celular. Ya que no lo encontraba. Había ido al baño y al regresar a su cama este había desaparecido. Entonces fui a la recepción del hotel, gracias a dios estaba el gerente, a quien le expliqué que necesitaba que me llevaran al hospital. Entonces este volteó y le dijo todo en inglés al chófer. Cuando íbamos en camino, yo con mi muy mal inglés trate de hacer plática cuando me di cuenta de la perfección con la que este señor pronunciaba las Rs, así que le dije: ¿Dé dónde es?

Chófer: Guanajuato

Yo: (Súper enojada) ¿POR QUÉ SI ES MEXICANO, IGUAL QUE YO, CADA QUE LO SALUDO NO ME RESPONDE? Además, usted escuchó todo lo que le expliqué al gerente y este tuvo que traducirselo. ¿Por qué actúa como si no supiera español? 

Chófer: A la gente no le gusta que uno hable español.

Yo: A los estadounidenses, tal vez, pero yo soy mexicana y lo he saludado muchas veces en español.

En eso llegamos al hospital, como mi esposo estaba en terapia intensiva no podía estar ahí, solo se me informó que iban a checar las cámaras y que regresara al hotel para estar ahí con mi marido al día siguiente a primera hora. Cuando ya estaba viendo el irme caminando, realmente el hotel no estaba lejos, pero ya eran como las 8 p.m y estaba muy oscuro. En eso, escuché un claxon y era el chófer del hotel, quien me estaba esperando. No sé si mi tono molesto en el que le reclamé que no hablara español lo hizo sentirse mal, aunque quiero pensar que vio que mi esposo estaba internado y yo sola y ahora si se compadecía de una paisana. No sé. Pero este tipo de gente que quiere olvidar de donde viene me caen muy mal. Como decimos los mexicanos, tienen el nopal pegado en la frente, es decir, por más que quieran renegar, no pueden ocultar que son mexicanos. 

Sí, no todo fue miel sobre hojuelas en esos 2 meses que estuvimos en San Ramón. No solo por estos mexicanos que quieren hacerse pasar por estadounidenses, pero llevan la penitencia en el nombre (como Guadalupe), sus facciones y color de piel. Desafortunadamente en este viaje, mi esposo comenzó con problemas de salud. Y hay que sumarle que estando internado en el único hospital de la pequeña ciudad, el cual es privado, su celular fue robado. En una zona restringida, que para entrar tenías que pedir acceso vía telefónica. Las cámaras fueron revisadas sin éxito. El hospital no tuvo otra opción más que pagar el valor del celular, pero de acuerdo al mercado estadounidenses, cuando en México ese mismo aparato había costado mucho más. Pero bueno, al menos corrigieron su pésima seguridad. Con esto se comprueba que no importa la ciudad o país, donde sea uno puede ser víctima de robo. Jajajaja perdón pero que surte la de mi esposo y mía, con este incidente que relato y el que contaba en una publicación anterior de que en el 2014 nos robaron las maletas y mi celular en un hotel de "5" estrellas en un evento cristiano. Jajajajaja dónde quiera hay gente que gusta de tomar lo ajeno, no importa que sea un país mejor que el nuestro, un hotel de prestigio y mucho menos estando en un evento de gente espiritual por así llamarlas. Hoy todo queda como anécdotas pero en su momento vaya los sustos y preocupaciones en que nos hicieron entrar.

Pero el celular era lo de menos, claro que molestaba y mucho. Pero teníamos encima problemas más graves que atender. Mi esposo se veía y sentía muy mal. En esos 2 meses que estuvimos en la ciudad, fue hospitalizado tres veces. La primera vez, fue llevado de emergencia porque luego de un simulacro en el trabajo, le faltó el aire y se desvaneció en el trabajo. En urgencias desfilaron como 5 doctores, todos solo decían que estaba muy grave. Entre que hablaban con términos médicos y en inglés y que entraba y salía gente, yo me sentía como fuera de mi realidad. Recuerdo que me dieron unas hojas para que autorizara una transfusión de sangre y las enfermeras me presionaban. Estábamos solos y para sumar a todo esto, su empresa en Monterrey se había equivocado en su registro en el seguro médico. Entonces teníamos que estar lidiando con la encargada de seguros...

El hospital lo atendió, porque la política en EUA es atenderte y luego investigar como cobrarte. Pero si no pagas, siendo turista o trabajador temporal como mi esposo, si luego quieres ingresar a su país, no podrás hacerlo hasta pagar tu deuda. El asunto del seguro se resolvió muchos meses después cuando nosotros ya teníamos tiempo de haber vuelto a casa. Debido a que mi esposo estaba muy delicado de salud, la empresa tomó la decisión de regresarnos antes de tiempo a México. 


                         San Ramon Regional Medical Center 


Cada vez que mi esposo tenía que ser internado, yo me ponía muy mal, mis nervios estaban al límite. Trataba de no demostrarle que por dentro estaba asustada y muy preocupada. Intentaba hacerle ver que estaba calmada. El tiempo que estuvo hospitalizado, pasaba todo el día con él hasta que me iba a dormir al hotel. Ya que supe muy tarde que si podía quedarme, pero en una sala común. Cuando dejaba el hospital e iba camino al hotel, aprovechaba para llorar, mi angustia y desesperación eran muy grandes. Comencé a extrañar mi casa y mi familia. A veces, o casi siempre, en el camino me topaba a Juan, que iba por mi para recogerme o llevarme a comer. En verdad que este muchacho se portó súper bien con nosotros. Fue muy amable. En especial cuando estábamos enfrentando el problema con el seguro. Él se encargo de enviar un correo a los directivos de la empresa e informar de la situación. Luego de ese correo se comunicaron conmigo los jefes de mi esposo. Como les dije antes, la situación tardó meses en resolverse.

Uno de esos días, en los que yo iba sumida en mis pensamientos y llorando, bajé la colina donde se encontraba el hospital y en frente de mi estaba un venado y detrás de él otro. Me asusté al principio, nunca había visto un venado en vivo y mucho menos a tan poco metros de distancia. Luego del miedo, me quede contemplando a los dos venaditos. Después se dieron la vuelta y se alejaron, cuando se iban, recordé que traía mi celular y les tomé una foto. Sé que en esa zona de California hay muchos venados y animales de todo tipo, pero yo nunca había tenido la oportunidad de verlos tan cerca. En eso pasó Juan y le conté lo que me acababa de ver y me dijo: Te cambio el semblante. Lo que haya sido, no olvido ese momento, fue especial para mi. 

Los venaditos alejándose

Este viaje trajo de todo, momentos muy divertidos, inolvidables, desagradables. De todo, pero eso es lo que hace interesante la vida, una montaña rusa donde pasas de todo. Hoy cada que veo las fotos del viaje me da una nostalgia inmensa porque tengo fotos donde veo a mi esposo muy sonriente a pesar de su salud. El vivía el momento, sin preocuparse en el mañana. Hoy doy gracias a Dios que le haya dado la oportunidad de haber trabajado en ese proyecto y que yo haya podido acompañarlo, porque fue para ambos una experiencia que con sus momentos agridulces nos marcó. 


Las colinas de San Ramón, Ca.