sábado, 6 de mayo de 2017

El pasto del vecino siempre es más verde...

Hace un año, mientras yo regaba mis plantas, una vecina se acercó a mi puerta y me dijo: ¿Cómo le haces para que tus flores estén así de bonitas? Mi respuesta: nada, hago lo normal, las riego cada tercer día. Me pidió le regalara un callito de mi geranio y se fue. ´

Varias semanas después salí a caminar y pasé por una casa con un jardín lleno de macetas con flores de todos colores y todas bien cuidadas. En eso el perro de esa casa comenzó a ladrar desesperado, la dueña de la casa salió y resultó ser la vecina que me había pedido un cayo de mi geranio. En ese momento me pregunté, por qué me había preguntado lo de mis flores, si era obvio que las de ella estaban mucho más bellas que las mías y tenia abundantes macetas en su casa. No sé si solo lo hizo por curiosidad, por hacerme plática o qué se yo. Esto me lleva a pensar en esa frase que he escuchado muchas veces de:

el pasto del vecino siempre es más verde... 

Podemos tener lo mismo, pero ¿por qué siempre nos va a parecer que la otra parte tiene algo mejor? 

¿Es envidia o complejos? Me ha tocado escuchar a amigos decir: Sutanito tiene suerte de traer coches nuevos cada año; Menganito siempre logra tener excelentes trabajos de la nada... en cambio uno batalla el triple para lograr hacerse de algo...

¿Por qué nos fijamos en lo que tienen otros y no en nuestros propios logros? ¿Por qué razón no gozamos lo que tenemos o lo que hemos conseguido? ¿Por qué siempre nos parece mejor lo de otros? Qué si la casa del vecino está más grande y bonita que la nuestra. Que si su coche es mejor que el que nosotros traemos. Qué si tiene mejor trabajo que nosotros, que si su pareja es más tierna que la nuestra, que le va mejor, etc. Tal vez a veces la frustración y el cansancio de los sacrificios para obtener algo nos hace voltear y ver lo de otros mucho mejor. O pensamos, porque lo desconocemos, que esas personas han logrado lo que tienen sin batallar. Pero no nos consta y lo que menos tenemos que hacer es pensar o creer que solo nosotros sufrimos para lograr algo y a los demás les cae del cielo. 

En lugar de hacernos menos y quejarnos por el éxito o suerte de los otros, hay que enfocarnos en nuestra vida, en nuestras propias luchas. Disfrutar lo poco o mucho que tengamos. Claro que muchas veces no hemos llegado a donde deseamos porque la vida nos llevo por caminos inesperados y diferentes a los que nos imaginamos cuando eramos niños. Pero en lugar de rendirnos y darnos por vencidos, debemos enfrentar estos cambios y retos como oportunidades y fijarnos metas nuevas. Si nos la pasamos viendo más verde el pasto del vecino, que el nuestro, la vida se nos va a ir en pequeñeces. 


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