lunes, 8 de mayo de 2017

Florida... La parte bonita del viaje

Los sueños se pueden hacer realidad...Sí, con un poco de fe y suerte. Por más descabellados que parezcan, nunca debemos perder la esperanza, está es la última que muere.

Toda mi infancia no dejé de escuchar a mi abuelito decir: Un día iremos a Disneylandia... Dicen que del dicho al hecho hay un gran trecho. Porque ese día nunca llegó, lo más cercano de lo que nos prometió, fue llevarnos a Reino aventura unas 3 ó 4 veces en nuestra niñez. Digamos que el dinero no era obstáculo para él, pero como lo quise mucho y aún lo respeto aunque ya no este entre nosotros, diré que la lejanía del lugar y la edad son las cosas que le impidieron cumplir esa promesa a sus ilusionados nietos. Claro que no pasa nada si alguien no te cumple, pero cuando eres niño, esas ilusiones significaban muchísimo.

Aunque, varios años después mi abuelito trataría de "resarcir" su promesa, cuando el viaje de final de cursos de la secundaria se tenia planeado para Orlando. En esa época vivía con él. Así que todo lo que yo necesitara corría por su cuenta, así como los permisos para viajar.  Desafortunadamente hubo una devaluación muy fuerte que hacía imposible o más bien, muy caro el viaje a Estados Unidos y la escuela canceló y cambio el destino a Guadalajara. 

Pasaron los años y pues ese deseo de conocer la tierra de los sueños se fue apagando. Pero a veces el niño interno sigue guardando la esperanza. 

En Mayo del 2013, mi esposo fue asignado a un proyecto con Disney, en Orlando, Fl. Él estaba contento de ser enviado fuera del país, luego de lo sucedido en San Ramón, Ca. un año antes. Su salud no estaba bien. Pero él insistía en que no pasaba nada. Por cuestiones de políticas esta vez no pude acompañarlo. Yo viaje por nuestros propios medios un mes después. 


La manera en que mi esposo anotó mi número de vuelo. 

La mañana de Junio cuando me recogió en el aeropuerto de Orlando, lo vi mal. Recuerdo que me dijo muy serio: para evitar problemas entre nosotros no quiero que menciones nada de hospitales. Él era muy necio y no quería atenderse, más que nada porque no deseaba ser enviado antes de tiempo a casa y tener que abandonar el proyecto. A él le gustaba que lo mandaran de viaje. 

Como tenía mucho trabajo y llegaba ya tarde al hotel. Salíamos poco a conocer la ciudad. Cuando él se iba a trabajar, yo me quedaba encerrada en el hotel. Muchos dirán: Estabas loca, en una zona turística. Sí, pero el calor y la humedad del lugar hacían las salidas insoportables y más cuando te tienes que mover a pie. Cuando me animaba a salir, regresaba casi de inmediato al hotel a refrescarme.


Yo descansando en Celebration

Entre mis paseos sola, fue recorrer la comunidad de Celebration, que nos quedaba a 5 minutos en auto y caminando como a 40 minutos del hotel. Una mañana mi esposo antes de ir al trabajo me acercó a este sitio, que me encantó, no dejé de tomar fotos. El regreso fue sofocante, lo hice a pie y aún recuerdo que vacié el frigobar del cuarto porque me deshidraté. El calor tan fuerte o las intensas lluvias eran lo que me impedían salir del hotel. Por eso en ese viaje mi mejor compañero fue mi libro de "El perfume". No me quedaba de otra que sentarme cómodamente en el sillón o la cama y a leer. A veces, solo unas contadas ocasiones, me iba a la alberca del hotel. Pero como estábamos en una ciudad turística, esta siempre estaba llena de niños o de gente rara. Bueno, lo de gente rara, fue sólo por una ocasión. Estaba yo recostada en un camastro y desde lejos observaba a un señor que iba de una mujer a otra conversando. De repente lo vi caminar hacía mi. Intento sacarme plática, pero la verdad me dio mucha desconfianza que mejor me despedí y me fui caminando lo más rápido que pude a mi habitación. Por eso y otras cosas no salía de mi cuarto. No era como en San Ramón, que tenía la alberca y jacuzzi para mi sola y que podía ir por la ciudad sin compañía a cualquier hora del día. Ya que en Kissimme, (que era donde estábamos, a solo 5 minutos de Orlando) a parte de muchos turistas, hay una cantidad increíble de vagabundos. Esto también hacía que mejor no me alejara mucho del hotel. A parte a mi esposo no le gustaba que saliera, por lo mismo, porque cerca del hotel, había un puente que pasaba por encima de un arroyo y ahí se juntaba un grupo de indigentes. Así que buscaba como entretenerme leyendo o escribiendo. 




A veces mientras iban a limpiar mi habitación platicaba con las camareras, no me tocó las mala experiencia de San Ramón, por el contrario, la chica mexicana que a veces iba, hablaba con nostalgia de su tierra y de como ella trataba de inculcar a su hija nuestra cultura. En ocasiones mi cuarto lo limpiaba una muy platicadora y dicharachera señora boricua. Que cuando me vio la primera vez me dijo: Ay que gusto conocerte. Tu esposo me dijo la semana pasada que ibas a llegar y que por favor limpiara muy bien el cuarto. Ay que guapo está tu esposo, si las muchachas y yo decíamos, el joven de la habitación "x" es muy serio y guapo, ¿estará casado?. Me dio mucha risa porque sin conocerme se soltó a hablar.  

Mi esposo comenzó con problemas de salud (en otra publicación platicaré los detalles médicos) y muchas veces no tenía fuerza ni ganas de salir. Pero el 4 de Julio nos tocó estar allá y salimos un rato a ver la celebración. Nos fuimos a Celebration a ver los fuegos artificiales. 



Como no sabíamos cuanto tiempo estaríamos en la ciudad, porque el proyecto tambaleaba. (En el 2012, la película de John Carter fue un fracaso y aunque había pasado un año, Disney aún no se recuperaba). Mi esposo y yo estuvimos analizando cual de todos los parques debíamos conocer. A parte teníamos que ver nuestro limitado presupuesto. No es tan económico el boleto de acceso. En ese año, cada uno costaba alrededor de 90 dólares, que convertido a pesos mexicanos lo hacía exorbitante para nosotros.

Nos decidimos por  Magic Kingdom, ya que era el tradicional. Mi esposo en su niñez había viajado a Disney en Los Angeles, pero no le molestaba visitar de nuevo las atracciones, con tal de que yo cumpliera mi sueño. Gracias a un empleado de Disney, conseguimos los boletos muy económicos, casi gratis. 

¿Quién me iba a decir que el sueño de infancia iba a ser cumplido de adulta, en mis 30´s y de la mano de mi esposo?

La mañana de ese día, yo iba como niña, con una sonrisa de oreja a oreja. Le dije a mi esposo, solo quiero una cosa: unas orejas de Mimi. Él: Sí, pero no puedes quitártelas en todo el día. Jajajaja no hacia falta que me hiciera prometer eso porque la niña que hay dentro de mi, no iba a querer quitárselas nunca. Él, en todo momento trataba de mantenerme ilusionada, mientras esperábamos que se abriera el parque. Me decía: Amor, vamos a ver a Mickey y al Pato Donald. 

Cuando nos subimos al juego de Dumbo. Mi esposo me decía: Amor, estamos volando en Dumbo. Me daba tanta ternura verlo así, como un niño que no había perdido la ilusión y que me hacía regresar a mi infancia.

Fue un paseo inolvidable, cansado pero que guardo en mi memoria. Cuando salíamos de ahí no dejaba de pensar en que por algo todas las otras veces el viaje a Disney se había frustrado, tenia que conocerlo por y con mi marido, para que fuera más significativo. Para que cada que recuerde ese viaje se ilumine una sonrisa en mi rostro. Para que cuando vea nuestras fotos, solo diga: Gracias. 

Continuará...

En Disney los sueños se cumplen

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